Esto tiene que ver con la diferencia de genotipo y fenotipo, es decir, cuáles son sus genes y qué se expresa. Usaremos el ejemplo de los colores de las flores de guisante, para seguir con la tradición, pero el mismo principio básico se aplica con los humanos.
En los guisantes, el tipo de flor morada es dominante, y el tipo de flor blanca es recesivo. Es decir, si los padres de un guisante son uno morado y otro blanco, su descendencia tendrá flores moradas. Cada planta de guisante obtiene un conjunto de genes de cada padre. Entonces, en este caso, obtenemos el genotipo (genes) púrpura y blanco, pero el púrpura eclipsa al blanco, lo que significa que solo se expresa púrpura; en otras palabras, su fenotipo es púrpura.
Sin embargo, aquí es donde se pone interesante. ¡Solo porque la flor es púrpura, eso no significa que sus genes hayan desaparecido por completo! Si la flor se reproduce con una planta del mismo genotipo (púrpura y blanco), su descendencia obtendrá un conjunto de genes de cada uno. Esto se determina al azar, por lo que uno de los padres podría transmitir un color púrpura, uno podría transmitir un blanco.
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Sin embargo, hay una pequeña posibilidad de que ambos padres transmitan su rasgo blanco, lo que lleva a una descendencia con flores blancas, de padres que eran morados. El rasgo se ha saltado una generación.
Es mucho más complicado con los humanos, por supuesto, ya que tenemos múltiples genes que codifican un rasgo (o viceversa). Sin embargo, el principio básico es el mismo. Si desea obtener más información, puede consultar los cuadrados de Punnet y los experimentos de Mendel.
