La respuesta a esta pregunta ha cambiado en los últimos dos siglos. La palabra ‘orgánico’ se usó para describir cualquier material que tuviera orígenes que pudiera remontarse a un ser vivo. Jon Jacob Berzelius utilizó esta idea para clasificar las sustancias químicas en dos categorías: orgánicas e inorgánicas .
Se pensaba que las sustancias orgánicas solo podían ser producidas por seres vivos y que se requería una fuerza vital vital, que no podía aplicarse de otra manera, para producirlas. Esa idea fue explotada por el químico alemán Friedrich Wöhler. En 1828, Wöhler demostró de manera concluyente que la sustancia orgánica, la urea, podía estar hecha completamente del llamado material inorgánico sin la intervención de ningún proceso vital. El mito sobre la fuerza vital requerida para producir sustancias orgánicas desapareció gradualmente.
Sin embargo, el término orgánico persistió entre los que estudiaron química, aunque tenían un significado bastante diferente. Debido a que las sustancias que anteriormente se consideraban orgánicas contenían invariablemente el elemento carbono, el término se aplicó a sustancias que eran compuestos de carbono.
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Siempre habrá algún debate sobre el uso del término para describir compuestos más simples, como el monóxido de carbono, el dióxido de carbono, el carburo de calcio y los carbonatos, por nombrar algunos.