El tiempo es como un río. También fluye a diferentes velocidades en diferentes lugares, y esa es la clave para viajar al futuro.
Esta idea fue propuesta por primera vez por Albert Einstein. Se dio cuenta de que debería haber lugares donde el tiempo se ralentiza y otros donde el tiempo se acelera. Y la prueba está justo encima de nuestras cabezas.
el sistema de posicionamiento global o GPS. Una red de satélites está en órbita alrededor de la Tierra. Estos satélites hacen posible la navegación por satélite, pero también revelan que el tiempo corre más rápido en el espacio que en la Tierra. Dentro de cada nave espacial hay un reloj muy preciso.
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Pero a pesar de ser tan precisos, todos ganan alrededor de un tercio de una billonésima de segundo cada día. El sistema tiene que corregirse a sí mismo.
El problema no radica en los relojes. Corren rápido porque el tiempo mismo corre más rápido en el espacio que abajo. Einstein se dio cuenta de que la materia se arrastra a tiempo y se ralentiza como la parte lenta de un río. Cuanto más pesado es el objeto, más se arrastra a tiempo
Justo en el centro de la Vía Láctea, a 26,000 años luz de nosotros, se encuentra el objeto más pesado de la galaxia. Es un agujero negro supermasivo que contiene la masa de cuatro millones de soles aplastados en un solo punto por su propia gravedad. Un agujero negro como este tiene un efecto dramático en el tiempo, ralentizándolo mucho más que cualquier otra cosa en la galaxia. Eso lo convierte en una máquina del tiempo natural.
Una nave espacial podría aprovechar este fenómeno orbitando.
Cerca de este objeto masivo, el tiempo se ralentizaría de tal manera que, si rodearan el agujero negro durante cinco de sus años. Diez años pasarían en otra parte. Pero es bastante peligroso. Está muy lejos y ni siquiera nos lleva muy lejos en el futuro.
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