La oxidación es simplemente un proceso que implica la pérdida de electrones o el aumento del estado de oxidación de un ion, átomo o molécula. Puede ser un proceso espontáneo o puede iniciarse artificialmente. Una vez que el elemento pierde uno o más electrones, se designa como elemento oxidado. El sodio, el magnesio y el hierro son algunos metales comunes que se oxidan fácilmente, mientras que el nitrógeno, el cloro y el oxígeno no metálicos no se oxidan fácilmente. Comúnmente, las reacciones de oxidación están asociadas con la formación de óxidos a partir de moléculas de oxígeno. Sin embargo, también hay otros ejemplos presentes que implican un concepto específico de reacciones que implican transferencia de electrones.
La formación de dióxido de carbono a partir de carbono es un ejemplo de un proceso de oxidación simple.
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Los procesos de oxidación más complejos implican múltiples pasos, como la oxidación de glucosa (C6H12O6) en el cuerpo humano a través de una serie de complejos procesos de transferencia de electrones.
Se ha observado que después de la oxidación, las propiedades del átomo o compuesto cambian. Un ejemplo simple de este fenómeno es la oxidación del hierro. Bajo condiciones no oxidadas, el hierro permanece estructuralmente fuerte y sólido, mientras que después de la oxidación, el hierro se transforma en un polvo quebradizo y rojizo. Durante la oxidación, el hierro pierde sus tres electrones y retiene una carga positiva de tres. El hierro es un metal muy fácilmente oxidado que continúa perdiendo electrones en oxígeno mientras el oxígeno esté presente.