Esto no es sorprendente. Los investigadores, como los cavadores de zanjas, reciben un pago por su trabajo. A cambio de un cheque de pago, un laboratorio y un presupuesto que les permitirá explorar una pequeña porción del universo (ya sea diamantes o un nuevo lubricante o un mejor semiconductor), las compañías esperan beneficiarse del trabajo. En el caso del Dr. Hall, esa expectativa valió la pena. Pero debe comprender que la compañía le indicó al Dr. Hall que trabajara en el proyecto. Lo había estado haciendo durante cuatro años (según Wikipedia: http: //en.wikipedia.org/wiki/Tra…) y se estaba desesperando. La desesperación con frecuencia conduce a soluciones no convencionales (como puedo atestiguar por experiencia personal). Sus medidas desesperadas conducen al éxito. En otras palabras, no fue como si el Dr. Hall viniera a GE y le dijera: “¡Oye! Tengo una manera de hacer diamantes”. No, era más como si el jefe del Dr. Hall fuera al Dr. Hall y le dijera: “¡Hey! Eres un tipo inteligente. Descubre cómo hacer diamantes”.
Todos los días en este país hay miles de empresas que hacen decenas de miles de apuestas a otros investigadores. Algunos de ellos pagan un poco, unos pocos pagan a lo grande, y algunos nunca pagan. La conclusión es que, a cambio de un sueldo constante, financiación y espacio de laboratorio para un investigador, la empresa acepta el riesgo de no tener que pagar y el beneficio de una gran recuperación de sus equipos de I + D.
Aquí están los detalles: te registras en una empresa y obtienes un sueldo y beneficios. A cambio, usted firma un papel que dice que todo lo que descubre o inventa es propiedad de la empresa. A veces, el contrato de trabajo tiene una redacción que le permite obtener una parte de las ganancias, pero esta es la excepción y no la regla.
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Así es como funciona la investigación corporativa en los Estados Unidos. Soy investigador y trabajo bajo un contrato muy similar al que describí anteriormente. No es una mala vida, y tengo la libertad de perseguir ideas que nunca podría permitirme perseguir, mucho menos comercializar, por mi cuenta.