@Fue probado, en la década de 1960. Busque el nombre Gerald Bull, o Project Babylon, en Google.
Ese intento usó cañones muy grandes con enormes cargas, y algunas otras ideas inteligentes del Dr. Bull. Su Proyecto HARP alcanzó una altitud de 110 millas, que es un logro increíble.
Sin embargo, aunque alcanzar una altitud de 110 millas es “llegar al espacio”, dicho objeto no permanecerá en el espacio por mucho tiempo.
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Para poner un objeto en la órbita de la Tierra, la velocidad es en realidad más importante que la altitud. Para alcanzar la órbita terrestre, un objeto debe moverse a una velocidad de aproximadamente cinco millas por segundo. Esto después de superar la atmósfera, lo que calentará muy fuertemente las superficies delanteras de cualquier nave que alcance ese tipo de velocidades.
Para liberarte del campo gravitacional de la Tierra, debes ir mucho más rápido que eso; los astronautas que fueron a la luna en Apolo tuvieron que ser impulsados a una velocidad de casi siete millas por segundo, lo que requiere aproximadamente el doble de energía necesaria para llegar a una órbita estable.
El uso de una catapulta terrestre para conservar los suministros de combustible a bordo se ha discutido durante mucho tiempo. ¡Algunas de las primeras historias de SF de Robert Heinlein involucraron lanzamientos desde una catapulta que subió al Pico de Pike!
Creo que lo principal que va en contra de esa idea es la resistencia del aire y las medidas que deberían tomarse para enfrentar el calentamiento aerodinámico. No es imposible, pero los costos lo hacen poco práctico, al menos en la actualidad.