La ductilidad es una medida de la capacidad de un metal para resistir la tensión de tracción: cualquier fuerza que separe los dos extremos de un material. El juego del tira y afloja proporciona un buen ejemplo de la resistencia a la tracción que se aplica a una cuerda. La ductilidad es la deformación plástica que ocurre como resultado de tales tipos de tensión. El término “dúctil” significa literalmente que una sustancia metálica es capaz de estirarse en un alambre delgado, y no se debilita ni se vuelve frágil en el proceso.
Los metales con alta ductilidad, como el cobre, pueden estirarse en alambres largos y delgados sin romperse. El cobre ha servido históricamente como un excelente conductor de electricidad, pero este metal puede conducir casi cualquier cosa. Los metales con baja ductilidad, como el bismuto, se romperán cuando se sometan a una tensión de tensión.
Ductilidad contra maleabilidad
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Por el contrario, la maleabilidad es la medida de la capacidad de un metal para soportar la compresión, como martillar, rodar o presionar. Si bien estos dos conceptos pueden parecer similares en la superficie, los metales que son dúctiles no son necesariamente maleables. Un ejemplo común de la diferencia entre estas dos propiedades es el plomo, que es altamente maleable pero no muy dúctil debido a su estructura cristalina. La estructura cristalina de los metales dicta cómo se deformarán bajo tensión.
Las partículas atómicas que forman los metales pueden deformarse bajo tensión al deslizarse una sobre la otra o al separarse una de la otra.
La estructura cristalina de los metales más dúctiles permite que los átomos del metal se estiren más lejos, un proceso llamado “hermanamiento”. Los metales más dúctiles son aquellos que se gemelan más fácilmente, y también se deforman más fácilmente en otras direcciones.
El efecto de la temperatura
La ductilidad en los metales también está relacionada con la temperatura.
A medida que los metales se calientan, generalmente se vuelven menos frágiles, lo que permite la deformación plástica. En otras palabras, la mayoría de los metales se vuelven más dúctiles cuando se calientan y se pueden arrastrar más fácilmente en los cables sin romperse. El plomo demuestra ser una excepción a esta regla, ya que se vuelve más frágil a medida que se calienta.
¿Cuáles son los metales más dúctiles?
Si bien es difícil comparar directamente la ductilidad entre metales, el oro y el platino se consideran los más dúctiles. Se dice que el oro se puede arrastrar a cables tan finos que una onza de metal podría alcanzar hasta cincuenta millas.