¿Qué está haciendo toda esa “basura” en nuestros genomas?

Los avances recientes en nuestra comprensión de la biología molecular (que incluye el estudio de cómo funcionan los genes) han demostrado que al menos parte de lo que solía llamarse ADN basura (los tramos de ADN que no se consideran genes) desempeña un papel clave para determinar si los genes son “expresados”. Estos tramos de ADN pueden ser más susceptibles a los cambios debidos a factores ambientales y afectar si ciertos genes están activados o desactivados.

Al menos parte del ADN basura puede ser realmente basura que sobrevivió al proceso de evolución debido a que se encuentra cerca del ADN funcional en un cromosoma, o porque no tuvo un efecto nocivo sobre la supervivencia del organismo.

No existe un consenso completo entre los científicos sobre esta cuestión porque nuestra comprensión aún está evolucionando, pero a diferencia de los años 60, cuando se acuñó el término “ADN basura”, casi todos están de acuerdo en que no todo es “basura”.

Además de los trabajos habituales de permitir el control sobre la transcripción de ADN no basura, algunos de ellos podrían ser ADN viral latente, restos de genes que ya no se necesitan o incluso material de sustrato para reparar el ADN dañado. Incluso puede haber algo de espacio “basura” ya que la molécula de doble hélice puede necesitar que su longitud esté en múltiplos de alguna unidad más pequeña para ser estable y las proteínas de lectura de genes pueden necesitar algo de espacio en blanco a cada lado de un gen para alinearse correctamente con el gen sí mismo. Considere un disco duro de 2 terabytes que solo tiene 1,8 terabytes formateados. El espacio se usa para estructurar el espacio de almacenamiento, y puede tener software oculto que solo se usa para propósitos de bajo nivel o incluso puede albergar un virus.