La respuesta es sí y sería un mundo diferente.
El tamaño de la Luna es un factor importante que contribuye a la vida compleja en la Tierra. Es responsable de las mareas altas que agitaron la sopa primordial de la Tierra primitiva, es la razón por la que nuestro día dura 24 horas, ilumina la variedad de formas de vida que viven y cazan durante la noche, y mantiene nuestro planeta eje inclinado en el mismo ángulo para darnos un ciclo constante de estaciones.
Una segunda luna cambiaría eso.
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Al principio, la segunda luna causaría estragos en la Tierra. Su gravedad tiraría del planeta causando tsunamis, terremotos y una mayor actividad volcánica. La ceniza y los productos químicos que llueven causarían una extinción masiva en la Tierra.
Pero después de unas semanas, las cosas comenzarían a arreglarse.
La segunda luna se ajustaría a su nueva posición entre la Tierra y la Luna. La atracción de ambos cuerpos causaría mareas terrestres y actividad volcánica en la luna nueva; desarrollaría una actividad similar a la luna volcánica de Júpiter Io. La actividad volcánica constante haría que la segunda luna fuera suave y uniforme, así como un hermoso accesorio en el cielo nocturno.
La Tierra también se ajustaría a sus dos lunas, dando a la vida la oportunidad de surgir. Pero la vida en una Tierra de dos lunas sería diferente.
La luz combinada de la Luna y la segunda luna crearía noches mucho más brillantes, y sus diferentes períodos orbitales significarán que la Tierra tendrá menos noches completamente oscuras. Esto conducirá a diferentes tipos de seres nocturnos; Los cazadores nocturnos tendrían más facilidad para ver a su presa, pero la presa desarrollaría mejores mecanismos de camuflaje. La necesidad de sobrevivir podría conducir a razas de animales nocturnos más astutos e inteligentes.
Los humanos tendrían que adaptarse a los desafíos de esta Tierra de dos lunas. Las mareas más altas creadas por la luna nueva harían casi imposible la vida en la costa: la diferencia entre las mareas altas y bajas se mediría en miles de pies. La proximidad al agua es una necesidad para el drenaje de aguas residuales y el transporte de mercancías, pero con las mareas más altas y la erosión más fuerte, los humanos tendrían que desarrollar diferentes formas de usar los océanos para la transferencia y el viaje. El área habitable de la Tierra, entonces, sería mucho más pequeña.
La medición del tiempo también sería diferente. Nuestros meses serían irrelevantes. En cambio, sería necesario un sistema de meses completos y parciales para dar cuenta del movimiento de dos lunas.