Los muros de pago existen en parte por razones históricas. Antes de Internet, no había un método de distribución que fuera tan eficiente como enviar físicamente copias de revistas a las bibliotecas. Cobrar a las bibliotecas una tarifa de suscripción para revistas era perfectamente razonable. Ese sistema funcionó y sirvió bien a la investigación académica durante décadas, si no siglos.
No es razonable esperar que los académicos exploten un sistema de distribución que funcione desde hace mucho tiempo y comiencen de nuevo desde cero.
Se ha construido toda una infraestructura y cultura en torno a las revistas existentes. En particular, ciertas revistas existentes adquirieron esta cosa intangible llamada “prestigio” que no se puede crear o transferir a otras nuevas revistas.
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Los paywalls también existen porque son rentables para los editores. Por supuesto, los editores tienen intereses creados en seguir obteniendo ganancias.
Y existen barreras de pago porque no existe un modelo alternativo que los haya reemplazado y que haga felices a todos. La publicación académica no es “gratuita”: alguien tiene que pagarla. Algunas bibliotecas se están volviendo incapaces de pagar. Algunos científicos no quieren pagar para enviar o publicar. Los lectores no quieren pagar. Algunas agencias de financiación están pagando, pero no está claro si apoyarán a la empresa editorial académica en su conjunto.