Nuestros ojos evolucionaron para poder ver la luz más útil en la superficie de la Tierra. Los fotones de luz “visible”, de violeta a rojo, son abundantes porque eso es lo que emite el sol. La evolución nos dio la capacidad de representar esta luz útil.
Las ondas de radio no transportan tanta energía, ni pueden usarse para “resolver” objetos pequeños. Con una longitud de onda en el rango del medidor, no podrían usarse para examinar o distinguir objetos más pequeños.
Tenemos la capacidad de detectar la radiación infrarroja (IR); pon algo caliente cerca de tus labios y detectarás la “radiación de calor”, y algunos animales, como las víboras, usan esta capacidad para cazar de noche. El problema con tal radiación es que no proviene mucho del sol. Lo que se detecta es la radiación infrarroja que emitimos en función de nuestro propio calor, pero parte del problema es que todos los objetos calientes, incluidos nuestros propios cuerpos, emiten dicha radiación. La tecnología avanzada puede hacer imágenes infrarrojas, pero la calidez del cuerpo humano puede haber derrotado cualquier intento de evolución para darnos un sensor natural en este rango.
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El ultravioleta (UV) también tiene muy poca luz solar, pero tiene el problema adicional de causar daños. UV es responsable de las quemaduras solares. El valor de la detección UV puede haber sido superado por la dificultad de evitar que se dañe un detector UV a base de carne. Las gafas de sol comerciales generalmente eliminan los rayos UV debido al daño que los rayos UV pueden causar en los ojos.