La respuesta simple del libro de texto es que el objeto en órbita dejaría de orbitar y simplemente continuaría en línea recta, con la velocidad que tuviera durante el momento en que el objeto masivo desapareciera. Más precisamente, el objeto en órbita se efectuaría con un breve retraso después de que el objeto masivo desapareciera, ya que la perturbación en el campo gravitacional irradiaba hacia afuera a la velocidad de la luz.
Sin embargo, permítame también darle una respuesta más realista: gracias a la ley de conservación de la masa, los objetos masivos no pueden desaparecer. Al menos no su componente de masa.
Lo más cercano que teóricamente podría suceder, aunque esto es MUY raro, es que el objeto masivo se colapsa espontáneamente en una singularidad (también conocido como un Agujero Negro), perdiendo así su volumen pero no su masa. Otra posibilidad aún más extraña es que el objeto de alguna manera se vuelva perfectamente transparente. Por ejemplo, si estaba compuesto por un número igual de partículas y antipartículas que de repente se aniquilaron, convirtiéndose en un pulso de fotones en rápida expansión.
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En el primer caso, la órbita del objeto continuaría igual que antes, sin ningún cambio. En el segundo caso, si el objeto masivo se convierte esencialmente en un pulso de luz, entonces obtenemos la respuesta exacta del libro de texto que se describe al comienzo de esta respuesta.