El ADN que contiene nuestra información genética no debe cambiar. Es importante para nuestro estado físico mantener su integridad (curiosamente, al mismo tiempo, también es crucial para la evolución que no lo haga). No diría que “cambia” con el tiempo, sino que acumula mutaciones y se daña con el tiempo.
El daño en el ADN puede venir de forma intrínseca o extrínseca.
Un ejemplo de daño extrínseco es la luz ultravioleta, la longitud de onda de esta luz es perjudicial para el ADN y puede provocar roturas bicatenarias.
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Ejemplos de daños intrínsecos serían la incorporación defectuosa de bases de nitrógeno durante la replicación. Dependiendo del tipo de célula, la necesidad de replicación varía, las células endoteliales en el tracto gastrointestinal necesitan reproducirse muy a menudo. Tenemos proteínas de lectura de prueba y sistemas de reparación para dar cuenta de estos errores, pero sin embargo no son infalibles. Dicho esto, las células que necesitan replicarse a menudo tendrían un mayor riesgo de acumular mutaciones. Otro modo de daño instrínseco es el metabolismo normal que emite especies reactivas de oxígeno, entre otras. Los gametos femeninos, los huevos, no se replican durante la vida. La cantidad de óvulos presentes al nacer, menos los que pierde cada mes, lo es. Su daño no ocurre debido a errores de replicación, sino debido a productos inevitables del metabolismo.
Entonces, el ADN en cada célula “daña” con el tiempo lo que podría conducir a cambios en el material genético.