Las enanas marrones pueden soportar zonas habitables circunestelares, y de hecho es al menos teóricamente posible que los planetas en estas zonas mantengan climas similares a la Tierra.
El principal problema con las enanas marrones es que, al carecer de la potente fuente de energía interna de las estrellas, se atenúan y enfrían en escalas de tiempo relativamente cortas. Nuestro sol se ha estado calentando, pero lo ha hecho durante miles de millones de años. Las enanas marrones lo hacen en una escala de tiempo de cientos de millones de años.
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Un planeta en una órbita fija se enfría junto con la enana marrón. Esto corresponde a una línea horizontal en la imagen de arriba. Un planeta con una distancia orbital de, digamos, 0.01 UA comienza demasiado caliente. La zona habitable barre hacia adentro y después de unos 100 millones de años alcanza el planeta. El planeta permanece en la zona habitable durante casi mil millones de años hasta que sale del borde frío. El planeta congelado luego se enfría indefinidamente junto con la enana marrón.
El tiempo de cualquier planeta en la zona habitable es limitado, pero muchos planetas pueden pasar más de mil millones de años con las condiciones adecuadas para la vida. Otra preocupación es que cualquier planeta que ingrese a la zona habitable pasó algún tiempo demasiado cerca de la estrella, en la zona de Venus (invernadero desbocado). ¿Podrían tales planetas retener su agua?
Incluso si un planeta se encuentra ahora en la zona habitable de una enana marrón, durante los cien millones de años anteriores puede haberse parecido a Venus, un mundo súper cálido e inhóspito. ¿Sería posible que este mundo haga la transición a un entorno más parecido a la Tierra?
En lugar de buscar vida en condiciones similares a la Tierra, se recomienda que las personas que buscan vida alrededor de enanas marrones busquen vida en condiciones no similares a la Tierra. Los océanos subterráneos de los mundos helados como Europa serían candidatos obvios, ya que podrían ser mundos terrestres menos terrestres.
