Recientemente, en octubre de 2015, la sonda Cassini había volado a través de los penachos creados por los géiseres de hielo ubicados en el polo sur de Encelado. Estas plumas se extienden miles de millas en el espacio y llevan consigo partículas de los océanos subterráneos.
Mediante el uso de un analizador de polvo cósmico y un espectrómetro de masas iónicas y neutras a bordo de Cassini, los científicos pudieron estudiar la geoquímica de carbonatos del material de la columna y proporcionar una estimación de los niveles de PH de los océanos subsuperficiales de Encelado. El PH estimado es de 11-12, que está cerca de las estimaciones anteriores realizadas a través de técnicas alternativas.
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Se cree que la química alcalina de los océanos de esta luna proviene de un proceso geoquímico conocido como serpentinización, un interacción que ocurre entre el agua de mar y el magnesio y la roca rica en hierro que se convierte en un mineral de tipo arcilla. Este proceso crea campos de ventilación hidrotermales que poseen energía y libera materiales como hidrógeno, gas, metano, etano y propano y ácidos orgánicos de los que dependen muchos organismos biológicos aquí en la Tierra para sobrevivir. Dichos organismos biológicos son resistentes a los fluidos ácidos.
La serpentinización y los campos hidrotermales que pueden crear se asemejan a la historia temprana de la Tierra y, según muchos, contribuyeron al origen y la evolución de la vida aquí en nuestro planeta.
Entonces, ¿por qué no también en Encelado?