Hay varias razones por las cuales esto no es un problema:
- Cualquier lixiviación de metal que pueda ocurrir es mucho más probable que ocurra mientras la lata esté sentada durante meses en un estante en el almacén o tienda, no cuando la abras.
- Las latas de comida están forradas de plástico, para mantener el metal separado de la comida mientras está en el estante. El revestimiento de plástico cubre toda la superficie interior, incluida la parte inferior de la tapa. Por lo tanto, la cantidad de metal que podría entrar en los alimentos es insignificante incluso después de abrir la lata. La mayoría de las latas de alimentos están hechas de aluminio o de acero (principalmente hierro) recubiertas con estaño, y luego forradas con una capa de plástico.
- Las latas de refresco (creo) no están forradas de plástico, pero están hechas de aluminio que no es muy soluble en agua. Entonces, la cantidad de metal que ingresa al refresco es insignificante.
- Ni el aluminio, el hierro o el estaño son particularmente tóxicos en sus formas inorgánicas. Entonces, si una pequeña cantidad ingresa a la comida, no ocurrirá ningún problema. El revestimiento de plástico en las latas de alimentos está allí principalmente para mantener la lata sellada en caso de abolladuras, no porque exista ningún riesgo de toxicidad.
- Los revestimientos de plástico en las latas de alimentos contienen un ingrediente llamado BPA, que es un disruptor endocrino conocido. En realidad, esto es mucho más probable que cause problemas en humanos que pequeñas cantidades de metal. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no se han encontrado pruebas contundentes de ningún problema con los alimentos enlatados. Además, estos revestimientos proporcionan la función muy útil de proteger contra la posible contaminación de los alimentos por la bacteria mortal Clostridium botulinum, que a veces solía ocurrir cuando las latas se abollan con la suficiente severidad como para desarrollar pequeñas grietas a través de las cuales las bacterias pueden deslizarse.