Si.
En olor y sabor:
Los olores y sabores son experiencias químicas: son reacciones a condiciones particulares y elementos evocadores. Estas interacciones pueden recibir etiquetas que caen en algún tipo de espectro significativo, y actualmente se ordenan de varias maneras que nos ayudan a dar sentido a cosas como las salidas del espectrómetro de masas.
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La complicación es doble: identificar la presencia de sustancias evocadoras y vincular la presencia y las condiciones de esas sustancias con el aporte sensorial y la cognición reales. El hecho de que haya algo allí no significa que provocará las mismas reacciones en todas las circunstancias o en todas las personas.
La detección es una actividad totalmente subjetiva, aunque muchas personas pueden relacionarse en algunas experiencias sensoriales. La personalidad, la historia, la enculturación, los pensamientos, las emociones, las motivaciones y las actividades actuales son cosas que pueden influir en la forma en que percibimos la información sensorial; nuestras propias opiniones y estimaciones pueden cambiar de una situación a otra, al igual que las personas pueden experimentar la misma situación de manera diferente.
También es relevante señalar que “olfato” y “gusto” no son sentidos singulares, sino más bien la interacción unificadora de una variedad de capacidades complementarias y complementarias para la recopilación de información que luego se sintetiza en una experiencia humana más holística en el cerebro. Nuestra capacidad para detectar sustancias no es un circuito verdadero / falso, sino que se basa en un sistema más complicado que involucra umbrales, promedios, competencia, coincidencia de experiencia y otras técnicas de filtración.
En organización:
Los colores y los números se pueden ordenar porque elegimos hacer sistemas arbitrarios que tengan utilidad para nosotros. Si bien el espectro EM es un poco más simple de ordenar, numéricamente hablando, que los olores y sabores, existe el mismo problema de evocación versus perspectiva. La configuración, las combinaciones y otros elementos situacionales y subjetivos involucrados en la comprensión de la percepción del color y la configuración comparten mucho con la naturaleza no fija de la experiencia y el reconocimiento del gusto y el olfato.
Es decir: podemos asignar números a lo que queramos, pero tener números o un método coherente y significativo para organizar potenciales evocadores de experiencia no significa necesariamente que interactuemos con ellos de manera lineal o de manera que puedan compararse directamente a nuestra construcción artificial arbitraria de las matemáticas.
Una cosa interesante a tener en cuenta además es que muchas personas perciben olores y sabores más en espectros de longitudes de onda (similares al color y la textura) que experiencias discretas o categóricas como los números. A veces puede implicar un poco de funcionamiento sinestésico, pero muchas veces no.