Una planta vascular tiene tejidos especializados (xilema y floema) que le permiten pasar eficientemente agua y nutrientes de una parte de la planta a la otra:
Los tejidos especializados como las raíces y los tallos permiten que las plantas vasculares alcancen un tamaño impresionante. Aquí una secuoya gigante empuja los límites de su tejido vascular para transportar agua contra la fuerza de la gravedad:
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Una planta no vascular no tiene estos tejidos especializados y debe pasar agua y nutrientes de una célula a otra. Debido a que este proceso es mucho menos eficiente, el tamaño de las plantas no vasculares está severamente restringido. Aquí una hepática crece presionada contra el suelo:
El tejido vascular permite a una planta explotar la capacidad de retención de humedad del suelo para satisfacer sus necesidades de agua y también cultivar tallos para elevar sus hojas sobre el suelo y sus vecinos. Dado que el acceso a la luz y la humedad es crítico para que una planta prospere y se reproduzca, la vascularización tiene claras ventajas competitivas.
Sin embargo, en ambientes donde hay poca o ninguna tierra y condiciones climáticas extremas, hay tantas desventajas de ser una planta vascular que ninguna puede crecer. Aquí en la Antártida, los musgos no tienen que preocuparse por la sombra de los árboles: