La palabra griega “planetes” significa vagabundo, y se refiere a los cuerpos que aparecen en el cielo además de las llamadas estrellas fijas. Originalmente, esto significaba el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. La astrología adjuntó los nombres de los planetas (y sus dioses asociados), por esta definición, a la secuencia de días que se convirtió en la semana.
Según esta definición, la Tierra no es un planeta.
Sin embargo, con el modelo heliocéntrico copernicano del Sistema Solar, publicado en 1543, se cambió la definición. El Sol está estacionario (aproximadamente, resulta) en el centro, y los planetas son los cuerpos que lo orbitan. Esto excluye la Luna, que orbita la Tierra, pero incluye la Tierra.
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Hubo un período de siglo y medio en el que el sistema copernicano fue debatido y refinado, hasta la aceptación generalizada del sistema newtoniano (con la gravedad cuadrada inversa causando mareas y órbitas elípticas de planetas y cometas). Newton publicó sus Principia en 1687. Los que aceptaron Copérnico, Galileo, Kepler y Newton llamaron a la Tierra un planeta, y los que los rechazaron no. La victoria de Newton fue esencialmente completa casi medio siglo después, con el regreso del cometa Halley como se predijo.
Luego hubo seis planetas, hasta que los descubrimientos de Urano, Neptuno y Plutón llegaron a nueve, y recientemente la degradación de Plutón.