¿Cómo es que podemos contemplar la eternidad, comprender los confines del universo y solo estamos aquí por tan poco tiempo?

¿No es asombroso?

Carl Sagan lo expresó maravillosamente:

Es realmente una visión profunda de lo que somos. Somos el universo, conociéndose a sí mismo. Pero no para siempre. Cada persona, por un corto tiempo, es como una chispa del universo que se enciende en la conciencia. Durante ese instante, el universo se trasciende a sí mismo. Puede sentir, pensar y comprender. Y sucede una y otra vez, en diferentes sabores, dentro de la mente de cada persona.

Siendo una mezcla de ciencia y religión, esta respuesta probablemente no atraerá ni a los científicos ni a los religiosos.

Antes de que el tiempo existiera, todo era uno, indiviso, conectado y consciente.

Cuando comenzó el tiempo, uno se convirtió en muchos, divididos, desconectados y con una conciencia muy limitada.

La evolución comenzó. En primer lugar, los componentes principales del universo se congelaron como neutrones, protones y electrones. Muchas otras configuraciones de partículas entraron y desaparecieron, pero estas 3 parecían funcionar.

Los planetas y las estrellas se formaron a medida que los diferentes elementos se encontraban a través de la experimentación atómica y el azar. En nuestro planeta, las condiciones eran tales que surgieron moléculas complejas y sucedió la evolución, según lo definido por Charles Darwin.

En cada etapa de la evolución mineral y orgánica, a medida que las estructuras se volvieron más complejas, se desarrollaron sus conciencias individuales. La conciencia humana se desarrolló hasta tal punto que pudieron fabricar telescopios que podían ver hasta el final del universo. También pudieron desarrollar conceptos increíbles a través de la coordinación de muchas mentes.

Así es como podemos contemplar la eternidad y comprender los confines del universo.

Cada uno de nosotros contiene una semilla y el recuerdo de un tiempo antes de la caída. Tenemos un sentido de conexión y gran pérdida. La necesidad de volver a la totalidad inspira nuestra necesidad de explorar y descubrir. Las obras de las innumerables personas que nos han precedido nos dan esperanza y nos inspiran en nuestra búsqueda.

Regresamos allí cuando morimos de todos modos, y nunca encontraremos este lugar que no sea por momentos de revelación, por lo que no tiene ningún valor ser demasiado serios sobre nuestro viaje. Es bueno pasar mucho tiempo solo disfrutando.