Otra forma de hacer esta pregunta es, ‘¿por qué somos tan grandes?’.
Tú y yo somos formas de vida. La vida es un sistema biológico súper complejo que es capaz de sostenerse a sí mismo a través de diversas actividades. Una sola célula es una forma de vida completamente funcional: olvídate de los humanos por ahora. Una celda típicamente contiene 100 billones de átomos. Tiene varias partes, como el núcleo, las mitocondrias, el citoplasma, etc., cada una con una función única. Una célula absorbe la materia y la convierte en energía necesaria para mantener su vida y reproducirse. Todo el proceso ocurre automáticamente.
Ahora, ¿por qué una célula necesita 100 billones de átomos? Para que un organismo funcione, cada proceso que ocurre dentro de ese organismo tiene que seguir las mismas leyes de la física. El proceso puede ser la activación de neuronas, o el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono en los pulmones, la conversión de la materia en energía … ¡todo! En cada uno de estos procesos intervienen una gran cantidad de átomos. Supongamos que solo participan unos pocos átomos en lugar de un gran número, ¿qué pasaría? Luego, el proceso se vuelve tan sensible que una pequeña perturbación en pocos átomos afecta a todo el sistema en gran medida.
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Ahora, una célula tiene 100 billones de átomos. Una pérdida de unos pocos miles de átomos por alguna perturbación no afecta el proceso que ocurre dentro de una célula. Por lo tanto, una célula se vuelve lo suficientemente robusta como para que una pérdida de unos pocos miles de átomos apenas importe. Dicha pérdida ocurre cuando hay transferencia de masa y energía al entorno. Por lo tanto, para que una célula funcione de manera robusta, requiere una gran cantidad de átomos. La misma explicación se puede ampliar a un ser humano, que contiene alrededor de 10 átomos E 27. Desde la perspectiva de un átomo, un ser humano es un sistema gigantesco.