En los viejos tiempos, hasta la década de 1930, se pensaba que el Universo era determinista.
Lo que eso significa es que si supieras la posición exacta y la velocidad de cada partícula en el Universo, en principio podrías predecir exactamente el futuro del Universo usando las reglas de la física.
En este modelo, no hay nada al azar en tirar dados. Si supiera la posición y dirección de cada molécula de aire, y el movimiento exacto de los dados, en principio podría predecir qué cara aparece en la parte superior. Estos fueron tratados como “aleatorios” porque no es práctico calcularlos, no porque en realidad fueran aleatorios.
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Hubo un par de problemas con esta teoría, pero nada serio. El más grande relacionado con la desintegración radiactiva, donde a pesar de eliminar todas las influencias externas que se podrían pensar, todavía parecía aleatorio.
La teoría cuántica reemplazó la idea de una ubicación de partículas fija con una función de onda de probabilidad. Se vuelve, hasta cierto punto, aleatorio. En realidad al azar, no solo aparentemente al azar.
Esto significa que cosas como tirar un dado ni siquiera son en principio predecibles. La aleatoriedad real ocurre (aunque tal vez no en la escala de dados). Si decide hacer una cosa si algunos átomos radiactivos se descomponen en los próximos 10 segundos, y otra si no lo hace, no hay forma, incluso en principio, de predecir lo que hará.
Los físicos odiaban esta idea en ese momento. Desde Newton, habíamos vivido en un universo determinista y mecánico. Descubrimos que nuestra fábrica es en realidad un casino. O, como Einstein quería creer, “Dios no juega a los dados con el Universo”.