Hay dos escuelas principales de pensamiento sobre esta cuestión: el platonismo y el intuicionismo. Cada escuela de pensamiento hace una afirmación diferente, y mutuamente inconsistente, sobre el origen de los objetos matemáticos y la verdad matemática.
El intuicionismo sostiene que las declaraciones matemáticas obtienen su verdad de la “intuición” de los agentes de pensamiento. En otras palabras, los humanos creamos números y aritmética y sin nosotros nunca hubieran existido. Una declaración como ‘1 + 1 = 2’ es verdadera solo porque se puede construir una prueba para demostrar su verdad. Ninguna prueba significa que no hay valor de verdad. Entonces, si nos ponemos del lado del intuicionismo, la respuesta a su pregunta es ‘sí’, las matemáticas son una construcción de la mente.
El platonismo sostiene que los números son objetos abstractos; existen independientemente de si pensamos en ellos o no. Si los humanos de repente dejaran de existir mañana, los números seguirían existiendo. Ciertamente hay un anillo de verdad sobre esto; 1 + 1 siempre será igual a 2, y nunca será igual a otra cosa. La verdad matemática parece estar “fija” de una manera que implica que no tenemos nada que decir en ella. Entonces, si nos ponemos del lado del platonismo, la respuesta es ‘no’, las matemáticas existen independientemente de la mente.
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Pero si los objetos matemáticos no provienen de la mente, ¿de dónde se originan? Si no hicimos números, todavía nos falta una explicación de dónde provienen. Lamentablemente, posiblemente no haya habido una explicación satisfactoria para esto todavía, pero se han hecho buenos intentos. En sus “Fundamentos de la aritmética”, Gottlob Frege intentó reducir toda la aritmética a una serie de reglas lógicas muy básicas, un proyecto conocido como “Logicismo”. Si esto pudiera hacerse, los objetos matemáticos obtienen su consistencia e inflexibilidad de la verdad lógica. Lamentablemente, a pesar de un pensamiento increíblemente ingenioso, Frege no logró esto. Poco antes de que su libro se imprimiera, recibió una carta de un joven filósofo que señalaba una inconsistencia provocada por el quinto axioma de Frege que socavaba todo el proyecto. ¡Tan cerca pero tan lejos!
¿El nombre de ese joven filósofo que escribió la carta? Bertrand Russell.