Sí, es verdad.
Recientemente, nuevos avances en las técnicas de neuroimagen han revelado que las regiones del cerebro involucradas en el procesamiento del dolor físico se superponen considerablemente con las relacionadas con la “angustia social”.
Estos lazos surgieron por primera vez en la década de 1970, cuando el investigador de animales Jaak Panksepp estaba estudiando el vínculo social en los perros. Cuando los cachorros se separaron de sus madres, lloraron, pero sus gritos fueron mucho menos intensos cuando se les dio una dosis baja de morfina, lo que sugiere que la morfina suprimió una respuesta emocional al igual que una física.
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Sin embargo, el verdadero avance se produjo en California, donde los investigadores utilizaron fMRI para demostrar la superposición entre estas dos sensaciones. Apuntaron a dos áreas específicas del cerebro: la corteza cingulada anterior (ACC), que sirve como ‘alarma’ para la angustia, y la corteza prefrontal ventral derecha (RVPFC), que regula la angustia. Intentaron inducir dolor social en los sujetos de prueba y observar.
Eisenberger y sus colegas introdujeron a los participantes en una máquina de imágenes cerebrales y los engancharon a un juego llamado Cyberball, esencialmente un juego de captura virtual. Los participantes tenían la impresión de que otras dos personas también estarían jugando. En realidad, los otros jugadores eran presets de computadora controlados por los investigadores.
Algunos participantes de la prueba experimentaron exclusión “implícita” durante el juego. Vieron cómo los otros dos jugadores arrojaban la pelota virtual, pero les dijeron que las dificultades técnicas les habían impedido unirse a la diversión. Otros experimentaron exclusión “explícita”. En estos casos, los jugadores de la computadora incluyeron al participante durante siete lanzamientos, luego mantuvieron la pelota alejada durante los siguientes 45 lanzamientos.
Lo que encontraron fue bastante sorprendente. En el caso de la exclusión implícita, el ACC se activó, pero el RVPFC se mantuvo en niveles normales, lo que sugiere que el cerebro sintió cierto grado de angustia social pero lo limitó en base a la suposición de “dificultades técnicas”. En el caso de exclusión explícita, ambas áreas actuaron en los participantes. El estudio arrojó luz sobre un fuerte vínculo real entre el dolor social y físico en los humanos.
Entonces, ¿cuál es la razón evolutiva detrás de todo esto? Bueno, la creencia más extendida es que los primeros humanos necesitaban vínculos y relaciones sociales para sobrevivir y realizar tareas básicas como la caza grupal, evitar a los depredadores y amamantar a los jóvenes. Con el tiempo, este sistema social podría haberse superpuesto con el sistema de dolor físico, permitiendo a las personas reconocer la angustia social y sentir la necesidad de corregirla.
Pero la historia no termina ahí. El dolor físico tiene dos aspectos principales: está la parte sensorial, que alimenta la información del cerebro sobre la extensión del daño, y un componente más “ afectivo ”, que es más cualitativo, como describir qué tan emocionalmente angustiante es la lesión.
Los experimentos anteriores llevaron a muchos investigadores a centrarse más en este componente afectivo, y pensaron que los compartimentos sensoriales del dolor físico y social no se superponían. Sin embargo, este tipo de pensamiento ha cambiado recientemente.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan quería recrear una situación social mucho más dolorosa: ver al ex amante de esa persona, la persona que rompió con ellos. Por un lado, los participantes verían una foto de su ex, y luego uno de sus amigos. Por otro lado, sentirían una estimulación caliente en su mano, y luego simplemente una estimulación cálida.
Lo que encontraron fue tanto esperado como inesperado. Se activaron áreas como el ACC, especialmente durante las tareas más intensas. Pero la actividad en áreas involucradas en el procesamiento del dolor físico, como la corteza somatosensorial y la ínsula posterior dorsal, también aumentó dramáticamente durante ambas tareas. Esto significa que el dolor físico y social también puede compartir un componente sensorial.
Sin embargo, estudios recientes mostraron que no todo son malas noticias. El Tylenol y otros medicamentos, comúnmente utilizados para tratar los dolores de cabeza y el resfriado común, han demostrado ser efectivos para curar, o al menos mitigar temporalmente, la angustia social. Además, otro equipo descubrió que proporcionar apoyo social puede disminuir la intensidad de la angustia social de una persona, demostrando que por mucho que duela el amor, puede sanar.
¡Espero que esto ayude!
[1] Por qué el amor duele literalmente – Asociación de Ciencias Psicológicas