Todo parece indicar que las células modernas comunes son demasiado grandes para exhibir un comportamiento cuántico, al menos en su escala completa.
Pero algunos científicos, principalmente un tipo llamado Johnjoe McFadden, especulan que los fenómenos cuánticos podrían haber tenido un efecto crucial en el desarrollo temprano de la vida y su aumento en la complejidad, lo que él llama “teoría de la evolución cuántica”. Él señala que en el reino cuántico, donde ocurre la superposición de estados cuánticos, los resultados altamente improbables pueden volverse reales. Digamos, algunas moléculas existen en una superposición cuántica de estados. Algunos de estos estados, improbablemente hablando probabilísticamente, tienen las propiedades para formar con algunas moléculas vecinas una estructura más compleja. Y así sucesivamente hasta una complejidad que resulta en autorreplicación.
Ahora, sugiere que de todos los estados posibles, todos aquellos que no resultaron en una mayor complejidad y eventualmente en la autorreplicación resultaron en un callejón sin salida. Ni siquiera los conocemos porque no evolucionaron más.
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Pero esos pocos estados que resultaron en una mayor complejidad y, finalmente, la autorreplicación son los estados que han llevado a nuestra realidad universal actual. Es una especie de selección cuántica antrópica y teoría de la evolución.
Además de este concepto especulativo, también puede darse el caso de que no se completen realmente las células, pero las estructuras mucho más pequeñas en las células exhiben un comportamiento cuántico. Un ejemplo es la propuesta de Penrose y Hameroff de que los fenómenos cuánticos en las células cerebrales (en las pequeñas estructuras llamadas microtúbulos) podrían ser responsables de la conciencia. De nuevo solo especulaciones, pero vale la pena tenerlo en cuenta.