Los campos magnéticos pueden desempeñar un papel.
La hipótesis de Svensmark postula que el campo magnético solar modula la formación de nubes, no directamente, sino a través de su modulación de los rayos cósmicos entrantes.
Los rayos cósmicos energéticos que golpean la parte superior de la atmósfera se rompen en una lluvia de partículas menores. Estas partículas causan cambios químicos en la atmósfera, liberan electrones de los átomos que golpean, creando iones cargados que atraen a otras partículas, formando pequeños grupos de átomos, donde antes solo había un gas difuso.
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Estos grupos pueden a su vez formar los núcleos de las gotas de agua: nubes.
Cuando los campos magnéticos solares son fuertes, tienden a desviar los rayos cósmicos del sistema solar interno. Cuando el campo magnético solar se debilita, más rayos cósmicos golpean la parte superior de la atmósfera de la Tierra, lo que posiblemente genere más nubes.
Las nubes tienen un gran impacto en el clima. Un aumento o disminución sostenida en la cobertura de nubes impactaría el clima de manera tan dramática como los cambios en los gases de efecto invernadero, tal vez más.
La teoría se toma tan en serio que el equipo de físicos internacionales en el mundialmente conocido acelerador nuclear Gran Colisionador de Hadrones en el CERN ha realizado una serie de pruebas para ver si la radiación tiene este efecto en la química atmosférica.
Si bien los resultados no son concluyentes, la investigación continúa, por lo que sigue habiendo una posibilidad real de que la modulación magnética del flujo de rayos cósmicos sea una gran pieza que falta de la comprensión del sistema climático global por parte de la humanidad.
Aunque los medios se niegan a admitir, los resultados del CERN fortalecen enormemente la teoría del clima cósmico de rayos de Svensmark