Generalmente, la respuesta es no. Cualquier error de transcripción somático (células del tejido corporal normal) generalmente provocaría la muerte celular o, en el mejor de los casos, se propagaría solo desde esa célula. Estos no afectarían el genotipo de los individuos. Las mutaciones en las células germinales, suponiendo, una vez más, que no fueran nocivas (dañinas) serían transmitidas a la próxima generación.
La terapia génica tiene el potencial de realizar cambios somáticos específicos en los alelos. En general, el concepto es utilizar vectores virales recombinantes o complejos de ADN, a través de vectores no virales, para insertar ADN en genes de un cromosoma diana con la intención de cambiar la forma en que se expresan alelos específicos reemplazando su ADN con ADN funcional.
Actualmente no es posible cambiar permanentemente el genotipo de un individuo con esta tecnología. La intención terapéutica de la terapia génica es cambiar la suficiente expresión génica somática dentro del individuo para proporcionar un efecto terapéutico, como suprimir la producción de una proteína dañina o aumentar la producción de una proteína necesaria y subproducida. Un buen ejemplo se ve en la terapia génica de la retina humana. Sin embargo, a medida que los cromosomas somáticos modificados se dividen y mueren, los efectos disminuyen y la terapia debe repetirse.
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Existe un gran debate ético sobre el uso de técnicas similares o la tecnología CRISPR para modificar el ADN de las células germinales que afectan las características heredables. El precursor filosófico de este debate es la barrera de Weismann.