Un imán es cualquier objeto que puede generar un campo magnético. De esta manera, un solo electrón orbital lo hace debido a su giro intrínseco, que produce una corriente, por lo tanto genera un campo magnético. Sin embargo, en la mayoría de los átomos, estos giros se cancelan y, por lo tanto, no hay campo magnético neto. Cuando consideramos el magnetismo, generalmente nos referimos al ferromagnetismo, que es el tipo más detectable. Existen otras formas, como el paramagnetismo y el diamagnetismo, pero son muy débiles e insignificantes.
Hay cinco elementos que exhiben ferromagnetismo, que son hierro, níquel, cobalto, gadolinio y disprosio. Tienen esta propiedad porque tienen orbitales internos desequilibrados y sin llenar que hacen que tengan un campo magnético neto.
Dado que el magnetismo es causado por una corriente eléctrica, podemos hacer electroimanes al pasar una corriente a través de bobinas de cobre.
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Las estrellas también producen enormes campos magnéticos debido a la rápida circulación de iones en su atmósfera. Las manchas solares son fuentes intensas de magnetismo en la superficie del Sol, que alcanzan su punto máximo cada 11 años.