Preguntar si un electrón “realmente” existe en una ubicación espacial definida es una pregunta filosófica. La mecánica cuántica en sí misma no proporciona una respuesta a esta pregunta, o al menos no es única. Existen múltiples interpretaciones de la mecánica cuántica, y dan diferentes respuestas a esta pregunta.
Por ejemplo, según la interpretación de De Broglie-Bohm, el electrón tiene una posición objetiva definida en todo momento. El valor de esta posición, sin embargo, en principio está oculto para nosotros. Esta no es una interpretación popular, pero ahí está.
La interpretación de Copenhague, por otro lado, es la interpretación más común, así que centrémonos en eso. Según esta interpretación, el electrón ni siquiera tiene un valor de posición bien definido, independiente de un acto de medición. La posición es un concepto clásico cuyo significado habitual se descompone en la escala mecánica cuántica. No se puede suponer que la posición de un electrón tiene un valor objetivo definido, excepto en la medida en que se haya medido.
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De hecho, incluso cuando se mide, la posición de un electrón nunca se determina exactamente. Según el principio de incertidumbre de Heisenberg, siempre existe una indeterminación inherente en la posición, y es imposible, incluso en principio, localizar perfectamente la posición. Por lo tanto, un electrón nunca tiene una ubicación espacial única y exacta. Eso dice la interpretación de Copenhague.