En la época de Isaac Newton (1687) se determinó que la fuerza de la gravedad se debía a la presencia de materia, específicamente su masa. De hecho, la existencia de agujeros negros se postuló no mucho después de la publicación de Newton de su “Philosophiae Naturalis Principia Mathematica” (Principios matemáticos de filosofía natural).
No fue sino hasta 1915 cuando Albert Einstein publicó su teoría de la relatividad general que la teoría de los agujeros negros realmente despegó. El primer estudio real sobre el fenómeno fue realizado por Karl Schwarzchild en 1916, quien derivó una ecuación para el radio de Schwarzchild de un agujero negro (Rs = GM / c ^ 2, donde Rs es el radio de Schwarzchild, G es la constante gravitacional de Newton, M es la masa del agujero negro y c la velocidad de la luz).
Para formar un agujero negro, la materia se colapsa bajo su propio campo gravitacional, como en la muerte de una gran estrella. Si el asunto en cuestión es lo suficientemente masivo, entonces su atracción gravitacional será tan grande que superará a todas las otras fuerzas que intentan resistir el colapso y el asunto continuará reduciéndose hasta que no sea más que un punto, conocido como singularidad. . Este punto tendrá una densidad infinita y será infinitamente pequeño. El efecto sobre el espacio-tiempo será tal que se distorsione hasta el punto en que la luz ya no pueda escapar del agujero negro, de ahí el nombre negro. En las singularidades, las leyes conocidas de la física se rompen, razón por la cual se dedica tanto tiempo y esfuerzo a examinar estas características extrañas de nuestro universo.
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El radio de Schwarzchild describe una propiedad de los agujeros negros conocida como horizonte de eventos. Este es el punto entre el espacio donde la luz puede escapar del campo gravitacional del agujero negro y el espacio donde no puede. Aunque la singularidad dentro del agujero negro es infinitamente pequeña, el agujero negro parecería ser del tamaño de su horizonte de eventos, y a todos los efectos lo es.
Cuando la materia cae en el horizonte de sucesos, se aísla del resto del espacio y el tiempo y, efectivamente, ha desaparecido del universo en el que existimos. Una vez dentro del agujero negro, la materia se desgarrará en sus componentes subatómicos más pequeños, que serán estirado y apretado hasta que se conviertan en parte de la singularidad y aumentar el radio del agujero negro en consecuencia.
Curiosamente, un tal Stephen Hawking ha demostrado que la materia dentro de un agujero negro no está completamente aislada del resto del universo y que, dado un período de tiempo suficiente, los agujeros negros se disolverán gradualmente al irradiar la energía del importa que contengan.